Para aclarar conceptos desde el principio, comenzaremos explicando que los riñones son los órganos encargados de filtrar el plasma sanguíneo (el líquido en el que se encuentran los elementos formes de la sangre, como glóbulos rojos, blancos y plaquetas).
Este líquido, como consecuencia de las diferentes reacciones químicas que tienen lugar en el cuerpo (mantenimiento celular, digestión de alimentos, procesamiento de otras sustancias y un largo etcétera), se va saturando de sustancias de desecho, muchas de las cuales son depuradas en los riñones. El concepto es parecido al sistema de depuración de las aguas residuales en las ciudades.
Teniendo claro este concepto, vemos que esta función es imprescindible para la vida, hasta el punto de que, en los casos en los que no hay función renal, se necesita una máquina que “limpie” la sangre en su lugar (las conocidas máquinas de diálisis) o incluso un trasplante de riñón.
La función de los riñones puede verse alterada por diferentes causas. En muchas ocasiones, la insuficiencia renal no tiene una causa clara, pero en aproximadamente tres cuartas partes (en torno al 75%) de los casos, es consecuencia de diabetes o de hipertensión arterial (de ahí la importancia de los cuidados a nivel de nutrición y estilo de vida para evitar la progresión de estos problemas). Otras causas menos frecuentes son algunas enfermedades autoinmunes y algunas afecciones propias del riñón (glomerulopatías, etc.)

En la mayoría de los casos (sobre todo cuando el origen es la hipertensión arterial o la diabetes) el daño renal es lentamente progresivo, lo cual tiene la ventaja de darnos tiempo para intentar corregir o, al menos, desacelerar su velocidad de evolución.
¿Qué podemos hacer para “ayudar” a nuestros riñones?
Tanto en casos en los que ya hay una insuficiencia renal establecida como en aquellos en los que la función de los riñones empieza a verse alterada, se aconsejan unos cambios en la dieta y el estilo de vida, que veremos a continuación. Lo más interesante es cómo la dieta tiene muchos puntos en común con la dieta vegana, de lo que se infiere que una dieta de este tipo es muy interesante para ralentizar-prevenir el avance de una nefropatía (enfermedad del riñón).
Entre los consejos dietéticos para las personas con alteración de la función renal destacan:
– bajo aporte de alimentos con tasas altas de colesterol (muy abundante en carnes, especialmente rojas), sustituyendo las grasas saturadas (generalmente de origen animal) por las insaturadas, como el aceite de oliva o de girasol)
– de forma directa, se aconseja la reducción de mantequilla, bollería industrial y carne
– evitar las salazones (mojama, etc.) y los alimentos en escabeche, por su alto contenido en sal
– a nivel de fuentes de proteínas (que deben limitarse en los nefrópatas) se aconseja obtenerlas de frutas y verduras en lugar de consumirlas en forma de carnes o huevos.
Aunque hay más aspectos que se podrían tener en cuenta (y los datos darían para escribir un libro sobre el tema), vemos cómo una dieta vegana equilibrada se acerca mucho a la propuesta para contribuir a una protección de la función renal, lo cual es otro de los aspectos saludables de este estilo de vida.