Todas las vitaminas son esenciales para la vida, como ya vimos en el artículo: “Hipovitaminosis. ¿Por qué son imprescindibles las vitaminas?”.
En este artículo, dentro de la serie sobre las vitaminas, vamos a tratar sobre la vitamina A.
Esta vitamina pertenece al grupo de las lipoosolubles (¿recuerdas? Las que se pueden almacenar en el hígado, lo cual conlleva beneficios e inconvenientes, como veremos a continuación).
El concepto “vitamina” se descubrió en el siglo XX, como “cofactores que ayudaban a reacciones químicas del organismo”. Sin embargo, hace unos 2.400 años, Hipócrates descubrió que en casos de malnutrición había, entre otros problemas, ceguera nocturna (nictalopia: dificultad o incluso imposibilidad para ver en la oscuridad o con luz muy tenue). Cuando encontraba pacientes con este problema, veía una mejoría rápida en su visión haciéndoles comer hígado (donde hemos dicho que se acumula la vitamina A).
Cómo llegó a esta conclusión es un misterio, pero aquí tenemos el primer uso medicinal de la vitamina A (que, como tal, se descubrió en la segunda década del siglo XX).
Por cierto, Hipócrates fue el que dijo aquello de “Somos lo que comemos” y “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”. Este concepto cada vez está más demostrado, como hemos comentado en muchos artículos.
Funciones de la vitamina A
Las funciones principales de la vitamina A son:
– Sistema defensivo: aumentando la resistencia frente a las enfermedades infecciosas
– Fertilidad y desarrollo del embrión
– Crecimiento, formación de los huesos
– A un nivel más indirecto (y complejo) influye en el funcionamiento de la hormona tiroidea
– Creación de las células de la piel y las mucosas
– Sin embargo, la función en la que tiene más peso (y por la que es más conocida la vitamina A) es la relacionada con la vista.
La vitamina A (que también se llama antixeroftálmica o retinol) participa en la función de la unas células de la retina llamadas “bastones”. Esta función es imprescindible para la visión cuando la luz es de baja intensidad.

Hipovitaminosis A
¿Te han dicho alguna vez la frase “come zanahorias, que son buenas para la vista”? Pues tenían razón.
Como hemos comentado, una de las funciones de la vitamina A es participar en el proceso de la visión con luz de baja intensidad. Por eso, la manifestación más típica del déficit de vitamina A es la ceguera nocturna (nictalopia) que mencionamos antes, aunque no es su única causa.
Sin embargo, su efecto sobre la vista no es solo a nivel de la retina. Otras de las funciones de la vitamina A que hemos mencionado es la formación de células epiteliales y de las mucosas. Cuando este proceso se altera, puede aparecer sequedad de la conjuntiva ocular y acumulación queratina (en forma de manchas, conocidas como “manchas de Bitot”). Con el tiempo, puede producirse erosión de la córnea y, a la larga, destrucción de la misma (ceguera)
Respecto a las otras funciones de la vitamina A, el déficit de esta cursaría con aumento de infecciones, alteraciones del crecimiento embrionario e infantil y problemas en la piel, mucosas (queratosis, metaplasia escamosa,…es decir endurecimiento y descamación), uñas y pelo.
Hipervitaminosis A
Al tratarse de una vitamina liposoluble, la vitamina a no se elimina disuelta en la orina, sino que los excedentes se acumulan en el hígado. Eso permite mantener su nivel incluso aunque haya una carencia temporal.
Sin embargo, el lado malo es que ese acúmulo puede convertirse en problema cuando hay un aporte excesivo durante un periodo largo de tiempo.
Los síntomas de la hipervitaminosis A son: ictericia (color amarillento de piel y mucosas), fatiga, vómitos, pérdida de peso, visión borrosa, cefalea (dolor de cabeza), somnolencia y alteraciones del hígado, entre otros.
La buena noticia para el mundo vegano: los casos graves de hipervitaminosis A se observan tras la ingesta de fuentes animales y sintéticas (formas farmacológicas de la vitamina).
Es muy raro encontrar hipervitaminosis con repercusión cínica por el consumo excesivo de fuentes vegetales de vitamina A (requeriría cantidades enormes) y son formas más leves (generalmente solo una pigmentación amarillenta de piel y mucosas, sobre todo en palmas y plantas).
Como siempre, busca un equilibrio y huye de excesos, con la tranquilidad de que es muy fácil de lo que parece. Usa el sentido común para no abusar de nada.

Fuentes veganas y no veganas de vitamina A. Comparación
La vitamina A puede consumirse de dos formas: provitamina A (que luego se transforma en vitamina A en el organismo) y vitamina A preformada.
La vitamina A preformada la encontramos en suplementos vitamínicos (que también pueden aportar provitamina A) y en la fuentes animales de vitamina A (carne, vísceras y lácteos).
Las fuentes no veganas más típicas de vitamina A son, fundamentalmente, el hígado (vaca, cerdo, pollo, pavo, pescado,…) y la mantequilla. Además del peligro de hipervitaminosis asociado a su abuso, todas tienen una característica común: conlleva un aporte significativo de colesterol y grasas no saludables.
Por su parte, las fuentes veganas de vitamina A nos la aportan en forma de provitamina, generalmente betacaroteno, que se presenta en elevada proporción en la zanahoria, el pomelo, la calabaza, el albaricoque, las espinacas, la batata (boniato, camote) el melón y el brócoli.
Precisamente, el betacaroteno es responsable del color tan característico que presentan muchos de estos vegetales.
A diferencia de las fuentes animales, las fuentes veganas de vitamina A no aportan grasas saturadas y llegar a la hipervitaminosis sería realmente difícil, ya que conllevaría el consumo masivo de cantidades ingentes de estos vegetales.
¿Tienes alguna duda sobre la vitamina A? ¿Cuál es tu fuente de vitamina A favorita? Aunque lo mejor es la variedad, seguro que alguno de los alimentos mencionados te gusta más que los otros, o quizás este artículo te ha servido para descubrir alguno que no conocías. Participa en el Buzón o en los comentarios bajo el artículo.
Puedes encontrar el listado de todas las vitaminas tratadas en: ¿Por qué son imprescindibles las vitaminas?